Cuando decides vivir en una filosofía de ahorro, en tu mente existe un cambio de chip. Sí, tu mente empieza a ordenar mejor sus ideas y procede a valorar mejor la importancia que tiene en tu vida el dinero. Lo más interesantes de disponerse a vivir bajo la mentalidad de ahorro es todo lo que terminas descubriendo sobre tu personalidad y estilo de vida.
Son muchas las personas que impulsados por el compromiso de ahorrar, terminan reconociendo cuales son los hábitos que más perjudican su economía. Hábitos que están ahí, conviviendo de manera casi que inconsciente en tu vida, como si fuesen un monstruo invisible que minan el modo en que utilizas tu dinero.
Uno de los malos hábitos más comunes que afectan a tus finanzas, es precisamente el no realizar un presupuesto mensual sobre tus compras. Y es que sin tener una planificación de exactamente en qué gastas tu dinero, vives a la deriva. Y es justamente el vivir así, al vaivén de las circunstancias lo que no te permite gestionar bien tu dinero.
El no establecer un presupuesto mensual es perjudicial para tus finanzas porque:
- No tienes un control total de lo que es tu dinero.
- No valoras exactamente el esfuerzo que realizas para ganar tu dinero.
- Afectas tus emociones y tu tranquilidad.
- No te permite ahorrar para tener reservas de dinero.
- No percibes los gastos innecesarios que realizas a lo largo del mes.
- Dependes de lo que tienes, así que a medida que se reduce tu dinero disponible, se opaca tu estilo de vida.
- Es decir, al principio comienzas pagando tus compras sin importarte el precio; pero luego, tienes que esforzarte en que lo que te queda te alcance para seguir viviendo.
¿Hasta qué punto tus emociones dependen del comprar?
Ahora bien, el no realizar un presupuesto mensual de cómo gastar tu dinero es solo la punta del iceberg. Detrás del no ser razonable con tu presupuesto se encuentran varios factores que entran en juego y determinan precisamente el no ser consciente de cómo estas usando tu dinero.
El principal de esos factores se encuentra en que tus emociones y tu psicología frente al dinero sean determinadas por la felicidad de compras. En otras palabras, si consideras que ir a un centro comercial para comerte un helado, comprarte unos jeans y pasarte por el supermercado es lo que más felicidad te otorga, entonces estás viviendo en una ilusión.
Tu verdadera felicidad no depende de tu poder adquisitivo. Claro, el dinero es importante para tu felicidad precisamente porque te permite financiar tu estilo de vida. Pero cuando tu estabilidad emocional depende solo del comprar, entonces estás cometiendo un error muy grave.
La ilusión de la felicidad
Salir de compras produce placer porque al hacerlo se libera dopamina: tu mente y tu cuerpo, te hacen sentir bien porque estás dándole uso a tu poder adquisitivo. La sociedad moderna, gracias a la publicidad y las promociones, ha sido influenciada para aceptar eso como una verdad.
Si llegas a dominar esto, vas a percibir que muchas de tus compras no son necesarias. Que muchos de tus gastos no son tan vitales para que te sientas realizado como persona. Tu verdadera realización con tu dinero se encuentra cuando aprendes a valorar todo el esfuerzo que realizas para obtenerlo.
Aprender a dominar la sensación de placer que se genera al realizar tus compras es un reto, que una vez asimilado aportará significativamente en tus finanzas. Aparte de esto, otros de los malos hábitos más comunes que afectan a tus finanzas son los siguientes:
- Respaldar tu economía con las tarjetas de crédito.
- Gastar tu dinero en exceso para consumir alcohol, tabaco o golosinas.
- Comprar de manera impulsiva en el supermercado sin estudiar los precios.
- Comparar tu estilo de vida y tu patrimonio en relación a lo que poseen otras personas.
- Lo anterior se deriva de no valorar lo que has logrado con tu esfuerzo y años de trabajo.
- Posponer y posponer tu proyecto de establecer un ahorro para respaldarte.
- No pagar las deudas y dejar que los niveles de intereses sigan afectándote.
- Es decir, no tener una visión sobre el futuro que te espera.
- Gastar dinero en loterías y otros juegos de azar.